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DE INDECENTES Y TRAIDORES


viernes, 8 de octubre de 2010

DEMONIO

En puertas de Armagedón, cayó el demonio abatido,
gravemente malherido, roto entero el corazón.

Alzó sus ojos al cielo, vio su sangre derramada,
sintió su vida acabada, y el alma hacerse de hielo.

A nadie pidió clemencia, a nadie puso su espada,
solo ofreció su mirada, y su mundo de inocencia.

En ese estado de muerte, aún tuvo viejos recuerdos,
de aquellos viejos acuerdos, que siempre tuvo de suerte.

Se vio en las verdes praderas, hizo de su alma un imperio,
de su amada el magisterio, y sus vidas placenteras.

La historia le dio mal nombre, todo el mundo le temía,
pero él bien solo sabía, que amaba igual que otro hombre.

Recordaba viejas noches, en los brazos de su amada,
¡Su gran mujer venerada! Excediéndose en derroches.

¡Esos besos pasionales! ¡Esas noches de amorío!
¡Ese susurro del río! ¡Esos deseos carnales!

Cruzó mares y desiertos, tuvo grandes desafíos,
la lucha con los impíos, sembró de heridos y muertos.

Siempre luchó por su amada, por verla una sonrisa,
pues ella era su brisa, y su vida desbocada.

Volvió al cielo su mirada, no le imploró su clemencia,
volvió a mostrar su inocencia, mientras su vida acababa.

Apenas unos segundos, que de vida le quedaban,
esas voces que le hablaban, le llevaban a otros mundos.

Susurrándole al oído, le decían con acierto,
¡Demonio ya estás bien muerto! ¡Por fin has sido vencido!

Y su último pensamiento, mientras lloroso caía,
fue para aquella alegría, que le tuvo en su aposento.

Y miró así al firmamento, con aires de altanería,
pues si él su vida perdía, solo sería un momento.

Aquél hermoso reclamo, quién muerte le dio en batalla,
ahora en su muerte le calla, más él solo dice… te amo.

Adiós mi reina y señora, adiós mundos celestiales,
adiós gloriosos anales, que ya mi mente os añora.

Y ya muriendo al calor, como en el campo la espiga,
permíteme que te diga, que solo muero de amor.

3 comentarios:

  1. realmente muy emotiva y muy emocionante
    maravillosa!

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  2. Hay palabras para decir a diario
    hay días para no decir palabras
    hay esas palabras que callamos
    por que sólo son para una vez...
    Y un día se nos caen de la boca
    diciéndonos el tiempo
    que no somos capaces de esperar..

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  3. Y pensar que con las monjas siempre veía al demonio detrás de mí con un tenedor.

    Es una preciosidad.

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